¿Quieres ser luz?

     ¿Te imaginas por un momento con el poder de emitir luz? Sí, imagina que emitieras luz. Pero no una luz estridente e intensa como emitimos muchas veces queriendo ser el centro de la atención.
     Imagina emitir una luz suave y cálida. Amable. Una luz que envuelve, que abraza, que acaricia. Una luz que allá donde vayas ponga luz. Que caliente, que alumbre, que aliente. No en todo lugar como hacemos muchas veces queriendo proyectar no sé sabe qué. Ser luz allí donde y cuando se necesita.
     Luz que alumbra, luz que calienta; que hace sonreír, que ilumina el semblante, el corazón y la mente. Luz que te envuelve.
     Imagina, sí, que puedes ser luz para muchos. Imagina que, allí donde vayas, puedes poner luz. ¿Verdad que así el mundo muestra mejor su color?  

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¿Cuándo fue aquello?

     Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”. 
     Y el rey les dirá: “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”. 
     Mateo 25: 37-40

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El ayuno que más alimenta

     Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, (…) partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien va desnudo y no desentenderte de los tuyos.
     Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas, ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria del Señor.
     (…) Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies al alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía. El Señor te guiará siempre (…), dará vigor a tus huesos. (…) Serás un manantial de aguas que no engañan.
                                   Isaías 58: 6-11

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Carta de un caminante

      Querido amigo:
      Por fin he caminado. Tranquilo, no te vayas a pensar que desde que no te escribo haya estado lesionado. No es eso.
      Lo llaman caminar, aunque resulte paradójico, porque, caminar, caminamos todos cada día, por distintos caminos. Con caminar, ellos se refieren a participar en un retiro. El de Emaus. He sido caminante, porque he participado en ese retiro de ¡tan sólo! 48 horas. Un fin de semana.
      He caminado, como otros muchos, digamos, por invitación; por la sugerencia insistente de alguien que me quiere mucho. Como otros, lo he iniciado con escepticismo.
      Poco puedo contarte, querido Ernesto, porque, para el beneficio de los futuros caminantes (y por respeto a lo que escuchas allí) se requiere confidencialidad. No obstante, son muchos los que a mí y a otros caminantes, al percibir las diferencias entre antes y después, preguntan qué nos ha pasado entre medias. Aprecian un más intenso brillo en la mirada, una sonrisa más pronunciada y duradera, hasta carcajadas, un semblante sereno… ¿qué me ha pasado?
      48 horas con otros muchos hombres, casi cien, casi todos ellos laicos. Sí, es un retiro de la Iglesia Católica, conducido por laicos. Retiros distintos para hombres y mujeres. Otro más, este mixto, para jóvenes –el llamado Effetá–. 48 horas de una experiencia sanadora, que acerca a Dios, incluso en los casos de mayor alejamiento hasta entonces (no practicantes, agnósticos, ateos). Recomendable para quienes están atravesando alguna dificultad en el plano personal, familiar o laboral; para quienes necesitan sanar heridas del pasado, más o menos profundas, que, latentes, actúan en el presente, aún sin que tú seas consciente, condicionando tu humor, tus decisiones, tu forma de relacionarte con los demás. Para quien quiere acercarse a Dios, y sentirlo. Para quien requiere perdonar y ser perdonado, y derribar los tan dañinos prejuicios.
      Por sus frutos los conoceréis –Mateo 7:15–. En este caso los frutos del Espíritu Santo, que no son sino –Gálatas 5: 22–: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí.
       Ya no volveré a caminar. Sólo se camina una vez. Eso sí, podré servir y, a los que más quiero, invitar a caminar.
      Un fuerte abrazo, querido amigo.

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De la noche al día

Piensas que se prolongará indefinidamente. Sientes rabia, impotencia, pena, indignación. Porque has invertido mucho. Te preguntas qué has podido hacer mal…

Casi con desesperación, queriendo encontrar consuelo, o la explicación que te indulte de la falta que no sabes si has cometido, te adentras en los vericuetos de la psique y su desarrollo. ¿Qué causas responden de semejantes conductas? Buscas asesoramiento profesional…

Por un tiempo ves que la situación empeora. De repente, un buen día de Dios, todo cambia como la noche al día: lo que antes era “espera, espera”; “ahora, ahora”; o “sí, enseguida, enseguida”. Y nada … Se transforma en una acción casi iniciada antes de su respuesta escueta: “sí, claro”; “voy”; “ahora mismo”…

Con sorpresa compruebas que semejante acción se extiende a otros ámbitos: el orden, la escucha, las tareas domésticas compartidas, … Entonces, ahora sí, sabes que se prolongará indefinidamente. Para tu tranquilidad. Ya no es latente, sino manifiestamente real. Por su responsabilidad. 

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Los verdaderos pilares de la amistad

Al menos, los verdaderos para las 64 personas que respondisteis al cuestionario de marzo de 2021. ¡Muchas gracias a todas! Y muchas gracias a quienes lo compartisteis con familiares y amigos para que ellos pudieran completarlo también. Aquí tenéis un resumen de las respuestas, junto con unas reflexiones mías. 

¿Qué importancia le das a cada uno de estos atributos a la hora de mantener una amistad?
      
      Según lo anterior, queda claro que lo que más valoramos en una relación de amistad es el apoyo que nos prestamos, que nos gusta que sea: apoyo emocional, mutuo y desinteresado.
      La solidaridad, también muy valorada, puede entenderse como una extensión del referido apoyo: la capacidad para comprender la situación del amigo y, en la dificultad, prestar ayuda, estar a su lado.
      Más del 80% de los participantes indican como totalmente o bastante relevante la reciprocidad o correspondencia. ¿Invalida esto la hipótesis del apoyo desinteresado? En mi opinión, no. Entiendo como desinteresado el hecho de que, en el momento preciso en el que se presta la ayuda, en ese momento, no hay un interés por parte de quien la da. Es obvio que, a la larga, interés siempre tenemos. ¿O acaso no mantienes una amistad porque te interesa?
      Pasemos ahora en lo que nos importa menos (nada o poco relevante). ¿Te has fijado en la poquísima importancia que le damos a la afinidad política, a pesar de las acaloradas discusiones que provoca (cuando nos saltamos la recomendable norma de no hablar de política)? Parece que a un amigo se le consienten sus inclinaciones políticas, al igual que las creencias religiosas o de otro tipo. Así hago yo, a no ser que esas convicciones y creencias le lleven a un radicalismo que raye la falta de respeto, o a la agresión verbal.
      Ahora bien, ¿da igual la naturaleza de las discrepancias, ya sean en materia de política, religión, salud, educación, crianza de los hijos, o cuidado personal? Porque, en esta época tan peculiar, algunas decisiones personales y la expresión de los motivos para tomarlas, están impactando negativamente en las relaciones de amistad, su frecuencia y su profundidad. ¿Resiste el apoyo emocional mutuo este desafío? La respuesta al atributo misma opinión en temas importantes nos puede dar una pista, ya que importa a un 33% de los participantes. Suficientes para que se note. Equivaldría a decir que, probablemente, uno de cada tres amigos podría dejar de serlo, o no lo sería tanto.
      Vayamos ahora con la siguiente pregunta del formulario: ¿Romperías con tu amigo/a si…
      
      Un primer vistazo a las respuestas sugiere que es verdaderamente difícil romper con un amigo. Parece que somos bastante tolerantes con sus deslices. Para la mayoría de los participantes, la calumnia y la difamación son el principal motivo para terminar una relación de amistad. Después, y no para tantas personas: haber tenido varias discusiones fuertes o contrastar que te miente u oculta información.
      Para continuar, me refiero ahora a una de las dos preguntas planteadas con respuesta abierta: ¿Qué otros atributos son importantes para ti en una relación de amistad? Los porcentajes siguientes no deberían compararse con los obtenidos por los atributos tratados hasta ahora, dado que aquellos exigían respuesta obligatoria, mientras que estos son los elegidos por los participantes de entre todos los que pudieran tener en mente, sin limitación ni referencia alguna.
      
       La confianza aparece como el atributo más destacado. Y es que para muchos –si no para todos- la confianza es la base de cualquier relación de amistad verdadera duradera. Hasta el punto de que, perdida la confianza, o bien se pierde la relación, o bien se mantiene de manera superflua, para contenidos triviales, sin mayor compromiso.
      Vamos con la segunda pregunta de las de respuesta abierta: ¿Qué otros motivos o situaciones te llevaría a romper la amistad con alguien?
      
      Los atributos más referidos como causas para romper una amistad son traición, mentira y deslealtad (que yo he agrupado por considerarlos afines), con un 17%. Además, si añadimos la indiscreción, las referencias aumentan hasta un 23% de los participantes. Y es que todas ellas socaban la confianza, a la que ya me he referido en el apartado anterior, como requisito esencial de las relaciones de amistad.
      Para concluir esta entrada, reproduzco aquí algunos de los comentarios que los participantes han dejado al final del cuestionario:
 

¿Te ha gustado la entrada y el estudio que reproduce? Déjanos abajo tu comentario, por favor.

¿Quieres compartir el ensayo completo o parte de sus contenidos? Puedes hacerlo, por supuesto. Por favor, hazlo citando siempre la autoría. Puedes descargarte el documento completo aquí:
Los verdaderos pilares de la amistad – Version para descargar

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De extremo a extremo

Todavía hoy muchos padres y madres tienen pendiente una decisión: vacunar o no a sus hijos menores de edad.

Algunos se preguntarán que por qué decidir –sin caer en la cuenta, o siendo perfectamente conscientes- de que la inacción es ya una decisión. Lo harán por sí mismos, dejándose o no guiar por sus respectivos gobernantes, por los medios de comunicación, o por sus médicos/as. Hagan lo que hagan, están en su total derecho, que para eso tienen la legítima patria potestad de sus hijos menores que, sí, algunas autoridades han osado cuestionar.

Ante decisiones de distinta naturaleza, me gusta ir de extremo a extremo, sabiendo que pueden no existir esos extremos o que, todavía, no han podido ser contrastados. Hablemos, pues, en hipótesis, para el caso de la vacunación:

Hipótesis O-Optimista: La vacuna evita el contagio o, de no evitarlo, evita consecuencias fatales, incluso a personas, como los niños, a los que el covid no les afecta casi lo más mínimo (*). Además, seguimos con lenguaje hipotético, la vacuna no tiene ninguna consecuencia negativa a corto, a medio y a largo plazos.

Hipótesis P-Pesismista: La vacuna es absolutamente ineficaz; todo lo contrario: la vacuna tiene consecuencias fatales en la salud de los niños bien a corto, a medio o a largo plazo, que pueden llevar a la enfermedad crónica, a la infertilidad, o a la muerte -seguimos en hipótesis-.

Ahora, la posibilidad de elegir -si vacunar o no- da paso a estas cuatro escenarios, que ayudan a la decisión:

(*) Ver grado de afección del covid, por edades: ver aquí  o aquí.

Para terminar, hay una pregunta obvia: ¿qué probabilidades hay de que se cumpla cada hipótesis? Y otras no tan obvias:

  • En el supuesto de que convivan las dos hipótesis, digamos, al 50%, ¿estoy dispuesto a participar en esta ruleta rusa?
  • Aún en el supuesto de que la hipótesis P-Pesimista sea muy improbable, ¿quiero arriesgarme a que las efectos adversos se materialicen –puede que ocurra a medio o a largo plazo-?

Y la definitiva: entonces, ¿qué?, ¿qué les quieres proporcionar a tus hijos?

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Por miedo, y por miedo

Hace ya varias semanas que renuncié a convencer a nadie de que mantenga una postura similar a la mía hacia el covid, y contraria a las vacunas. En consecuencia, he renunciado también a debatir sobre ambos: covid y vacuna. En especial, con mis amigos. Lo hago por varias razones, pero la principal, como otras muchas veces, es el miedo. En este caso, el miedo a perderlos. A perder su amistad.

No obstante, que haya renunciado a debatir sobre estas vacunas no significa que oculte mi posición, contraria a ellas. No, en absoluto. Faltaría a mi honestidad. Simplemente, menciono mi posición cuando soy preguntado o cuando se me anima a vacunarme. En estos casos, suelo exponerla, sí. Sin más debate. Porque, además, mi condición, ajena al sistema médico, dificulta que mis razonamientos sean considerados válidos. Como alternativa, remito a quienes sí son médicos. Entre otros, el doctor Luis Miguel Benito de Benito o el doctor Juan José Martínez.

Con todo, a pesar de haber escrito esto: ¿Por qué algunas personas eligen no vacunarse?, y esto otro: 8 preguntas más que muchos nos hacemos sobre el coronavirus, tengo que decir que la razón principal por la que no me vacuno –además de la obvia de considerarlo inncesario– es, una vez más, el miedo. Miedo a, vacunándome, ser uno de esos casos casi imposibles –por improbables– en los que los efectos secundarios o adversos se manifiesten de manera violenta o, incluso, letal. O sea, por miedo a palmarla, a quedarme impedido de alguna manera, o a desarrollar yo que sé que mal, ese sí, persistente. ¿Gilipolleces? No digo que no, pero cada uno tiene las suyas. Y yo no soy una excepción, aunque, ya lo sé, en España, pocas hay, porque, sencillamente, casi no hay registros de efectos adversos. Muchos más en Estados Unidos, donde sí se registran más. Tal vez porque son más.  (Véase https://vaers.hhs.gov/)

En definitiva, el miedo, que es libre, a mi me esclaviza. Dicen quienes defienden la bondad de todas las emociones, que el miedo, comedido y razonable, nos protege de riesgos y males. ¿Qué es lo comedido y razonable? ¿Qué dato ínfimo de probabilidad haría desaparecer mi miedo? ¿El mío concretamente? Cero. Cero probabilidad de efectos adversos graves. Miedo nulo con riesgo nulo.

No debatir no solamente significa, en mi caso, dejar de argumentar. También significa dejar de escuchar argumentos. En especial, la lacerante exposición, en alternancia, de muertos con y sin vacuna. De personas que existen o no. Que han muerto o que no. Porque, como los refranes, dicho uno, enseguida encuentras el que lo contradice.

No ha sido una decisión fácil. La de elegir no debatir, digo, que la de no vacunarme me ha resultado, sí, harto fácil. Y es que, como otras muchas personas –al menos todas y cada una de las que me animan a vacunarme–, lo que si me resulta fácil es creerme en posesión de la verdad y, en consecuencia, abanderándola, cargado de dogmatismo, me resulta fácil empezar a soltar mi discurso a cualquiera con quien me topo, en la confianza –y la seguridad– de que hago el bien, además, desinteresadamente. ¡Muy humano, por otra parte! En especial, cuando toca el turno de llamar a filas –léase colas de las vacunas– a los niños y adolescentes, cuyos padres, mayoritariamente, tendrán que decidir en su lugar. Decidir siempre por el bien presente –y futuro–, tanto si es que sí, como si es que no; sea lo que sea, tal como se me respeta a mí, lo voy a respetar yo. Ya se elija hacer cola o no.

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Un linchamiento nauseabundo

Contemplo con tristeza y perplejidad el acoso y la persecución a los que se está sometiendo a los jóvenes. Después de –resulta obvio– un iracundo y nauseabundo linchamiento. Por sus ganas de disfrutar. ¡Qué barbaridad! Por su deseo de festejar. Por su presunta responsabilidad en el incremento de casos –que no de enfermos– en la que llaman 5ª trola (perdón, fue el corrector: 5ª ola). Antes, por, presuntamente, contagiar de muerte a sus mayores, como anunciaban las infames campañas publicitarias institucionales. ¡Bazofia pura!

Ah, jóvenes, miembros de las generaciones que sostendréis la sociedad. No sólo tenéis que sufrir las consecuencias de los vaivenes continuos de la política educativa (ojalá la hubiera, de verdad). No sólo sufrir la precariedad del mercado laboral. No sólo la dificultad para emanciparos. Ahora más. Para que podáis viajar, para que podáis trabajar, para que podáis estudiar.  ¡No os dejéis chantajear! Decidid con información, con reflexión, si os queréis o no vacunar con una sustancia experimental de contenidos genéticamente manipulados. Sin ensayos suficientes.

Sí, asisto con tristeza al intento de someteros. De dominaros. De adormeceros. Como ya se ha hecho con los niños en las escuelas, por medio de las mascarillas. Adiós a su espontaneidad, adiós a su sonrisa.

No quiero arrementer contra las personas bienintencionadas, por muy adormiladas, anestesiadas o atemorizadas que estén. Solamente llamar su atención. ¿Por qué piensan en la vacuna como la solución? ¿Solución a un problema inexistente? Miren, si no, las cifras siguientes **, por mucho que se empeñen en subir, artificialmente, el número de casos (datos a 5 de julio de 2021, acumulados desde enero de 2020, fuente: https://cnecovid.isciii.es/covid19/#documentaci%C3%B3n-y-datos):

* Datos de población a 1 de enero de 2021, fuente: https://www.ine.es/jaxiT3/Datos.htm?t=31304

** Datos con los rangos completos de edad: tabla completa

Por fortuna, la sociedad civil se está organizando para defender los intereses y la libertad. En breve, por iniciativa de, entre otras personas, el doctor Luis Miguel Benito de Benito; www.portushijos.com

 ¡Basta ya de estrategias macabras! Dejen de mentir. Dejen de perseguir. Dejen elegir.

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Las nuevas dictaduras: obecede o padece

Se presentan en medio del caos, como salvadoras de la humanidad. Como suele ser habitual. Sin ellas, -nos venden- quedamos al albur del peligro que, supuestamente, nos acecha y amenaza. En este caso, a nuestra salud. Creyéndolo así, les cedemos el control y la autoridad. Renunciamos a nuestra libertad, en pro de una seguridad, que ya antes teníamos. La historia se repite, ahora, en los tiempos de la posmodernidad, cuando más acceso tenemos a la información y al conocimiento. Pero lo que falta es discernimiento.  

Suplantan a la lógica de la ley médica, hasta el momento basada en las evidencias clínicas. Relegan al fonendoscopio a un total ostracismo, hasta suprimir la auscultación. No hay más razón que la que imponen ellas, las PCR, y su fatídica canción: esta sí, esta no. Sin importar que haya o no tos, ni fiebre ni dolor. ¡Quédate en casa! Que si sólo es una temporada, nada te pasa.

Al frente de la nueva dictadura, la de las PCR, tergiversan el lenguaje. Como suele ser habitual. En esta ocasión, llamando enfermos asintomáticos a individuos perfectamente sanos, obligando a su aislamiento, práctica médica nunca vista hasta ahora. 

Transigimos, en contra de la lógica, en contra de la evidencia. Por temor, nos dejamos llevar, sin mucho preguntar. Paradojas de  esta sociedad. Así, con las PCR, nos someten.

Los jóvenes se quieren rebelar. Como es habitual. Ahora son los siguientes a quienes pretenden culpar. De su conducta irreverente y salud imponente. No soportan su natural y casi total inmunidad. Con la cantinela de que pueden ser portadores, y de evitar rebrotes, les ofrecen las PCR, que ya sabes por dónde se las meten. ¿Positivo? ¡Quédate donde estés! Sea Mallorca, Malta o Cadaqués. Y, de paso, que aprendan los de tu edad: son las PCR las que te conceden o no la libertad. Obedece o padece. 

¡Eh, jóven!: quieren ganarte para su causa, y hacerte sumiso. Así, salen a tu encuentro: en Madrid, pruebas gratuitas en Plaza Castilla. Para tu supuesta tranquilidad, y para dejarte desplazar. Hasta que te hayas pinchado. Porque, en perfecta sintonía ambas, esa es la otra dictadura: la de las vacunas.  

¿Cómo acabar con semejantes dictaduras que, ellas sí, amenazan con ser globales? Sólo hay una: mantén firme tu postura. Porque tu mayor poder es tu capacidad de decir NO. Hay alternativas, siempre hay una salida. 

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