Las nuevas dictaduras: obecede o padece

Se presentan en medio del caos, como salvadoras de la humanidad. Como suele ser habitual. Sin ellas, -nos venden- quedamos al albur del peligro que, supuestamente, nos acecha y amenaza. En este caso, a nuestra salud. Creyéndolo así, les cedemos el control y la autoridad. Renunciamos a nuestra libertad, en pro de una seguridad, que ya antes teníamos. La historia se repite, ahora, en los tiempos de la posmodernidad, cuando más acceso tenemos a la información y al conocimiento. Pero lo que falta es discernimiento.  

Suplantan a la lógica de la ley médica, hasta el momento basada en las evidencias clínicas. Relegan al fonendoscopio a un total ostracismo, hasta suprimir la auscultación. No hay más razón que la que imponen ellas, las PCR, y su fatídica canción: esta sí, esta no. Sin importar que haya o no tos, ni fiebre ni dolor. ¡Quédate en casa! Que si sólo es una temporada, nada te pasa.

Al frente de la nueva dictadura, la de las PCR, tergiversan el lenguaje. Como suele ser habitual. En esta ocasión, llamando enfermos asintomáticos a individuos perfectamente sanos, obligando a su aislamiento, práctica médica nunca vista hasta ahora. 

Transigimos, en contra de la lógica, en contra de la evidencia. Por temor, nos dejamos llevar, sin mucho preguntar. Paradojas de  esta sociedad. Así, con las PCR, nos someten.

Los jóvenes se quieren rebelar. Como es habitual. Ahora son los siguientes a quienes pretenden culpar. De su conducta irreverente y salud imponente. No soportan su natural y casi total inmunidad. Con la cantinela de que pueden ser portadores, y de evitar rebrotes, les ofrecen las PCR, que ya sabes por dónde se las meten. ¿Positivo? ¡Quédate donde estés! Sea Mallorca, Malta o Cadaqués. Y, de paso, que aprendan los de tu edad: son las PCR las que te conceden o no la libertad. Obedece o padece. 

¡Eh, jóven!: quieren ganarte para su causa, y hacerte sumiso. Así, salen a tu encuentro: en Madrid, pruebas gratuitas en Plaza Castilla. Para tu supuesta tranquilidad, y para dejarte desplazar. Hasta que te hayas pinchado. Porque, en perfecta sintonía ambas, esa es la otra dictadura: la de las vacunas.  

¿Cómo acabar con semejantes dictaduras que, ellas sí, amenazan con ser globales? Sólo hay una: mantén firme tu postura. Porque tu mayor poder es tu capacidad de decir NO. Hay alternativas, siempre hay una salida. 

¡Por una vida apasionante! 
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Por el mismo autor: www.15habitos.com