Comentario publicado por Santiago García el 2o de agosto de 2021.
Sublime, como tantas otras, esta obra de César Vidal. Basada en hechos reales, nos describe la vida, o mejor dicho, la manera de sobrevivir, la infra-vida, de los habitantes del gueto judío de Varsovia en 1942 durante la ocupación nazi de Polonia. Y su muerte, su asesinato, fusilados o gaseados. Sólo en el campo de exterminio de Treblinka: 750.000 personas, en poco más de un año.
Me cuesta trabajo poner un calificativo a los horripilantes episodios que el autor relata. A las conductas, que debieran ser impropias de un ser humano, y que nos gustaría que no se repitieran nunca, a nivel colectivo ni individual. Vejaciones, agresiones, asesinatos en masa. Inadvertencia, abandono. No por conocidos estos hechos dejan de impactar cuando se traen de nuevo a la conciencia. En medio de tanto horror, se nos presenta el contrapunto de personas que, movidas por amor, en manifestaciones heróicas de amor, hacen lo que pueden, con lo poco que tienen para llevar consuelo a sus semejantes.
Con todo, La escalera de Jacob es un canto a la esperanza, una llamada a la perseverancia en la confianza de que el bien siempre triunfa, aunque no siempre con la inmediatez con la que deseamos. También una llamada a la acción, porque, en palabras del autor:
“Si yo no me ocupo de mí, ¿quién se ocupará de mí? Y si no me ocupo de mí, ¿qué soy yo? Y si no actúo ahora, ¿cuándo lo haré”
¡Por una vida apasionante!
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Del autor de este blog: www.15habitos.com