Propósitos de nueva temporada

Suele ocurrir al inicio del nuevo año. También al comienzo de un nuevo curso. Esto último era más cuando éramos pequeños. Recuerdo con ilusión la llegada del mes de septiembre: nueva ropa, cuando la había, nuevos materiales escolares, el olor a libros nuevos, un macuto nuevo …

Ahora, con la edad adulta, ocurre más, yo creo, con el cambio de año, en enero. Al dejar atrás las Navidades con sus excesos y los buenos deseos.

Aun así, la nueva temporada suscita nuevas ambiciones. Si, como yo, eres de los que les gusta planificar y proponerse objetivos y nuevos desafíos, probablemente ya te hayas hecho más de un esquema, hayas rellenado alguna que otra hoja con enumeraciones de distinta naturaleza. Sobre todo, si en ti predomina la analítica del raciocinio.

Si eres más de interpretar imágenes, tal vez hayas visualizado ya cómo quieras que sea tu futuro, más o menos inmediato. Algunos, os habréis dicho muchas cosas de lo que queréis hacer, de en qué queréis centrar vuestros esfuerzos.

O, quizás, ya lo has hecho muchas veces y ahora, simplemente, te dejas llevar. No más reflexiones filosóficas. Ni místicas. Ni metafísicas.

Sea cual sea tu caso, te propongo un trabajo muy sencillo, intuitivo e inmediato. ¿Querrías completar estas frases, referidas a la nueva temporada que acabamos de estrenar?

Mi propósito prioritario es…
Mi filosofía de vida predominante va a ser…
La manera de relacionarme con los demás será…
La principal contribución que quiero hacer es…
Las emociones que quiero sentir con mayor frecuencia son…
Mi estado de ánimo habitual será…

¿Demasiado cortoplacista? ¿Y si aumentas el alcance hasta tu vida completa? ¿Te atreves a contestar? ¡Prueba! ¡Te sorprenderás!

¡Por una vida apasionante! 
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Por el mismo autor: www.15habitos.com

 

¡Menudo cambio!

  • Lo vio por segunda vez en menos de un mes. ¡Increíble! Estaba todavía mejor; más atractivo, más locuaz, más simpático, más abierto; sonría. Sí, ¡estaba más atractivo!
  • Tenía planes, contaba logros. Volvía a ser él. Quizás era por la confianza que da ir alcanzando objetivos, por pequeños que sean. O por el aumento de su autoestima, refrendado por el hecho de constatar que te estás convirtiendo en la persona que quieres ser. Tal vez, porque el gozo de Dios había inundado su alma. Por todo un poco.
  • No albergaba ninguna aspiración, ninguna pretensión más allá de su amistad. Le gustaba ver la transformación en su amigo. No es que, en su larga vida profesional como terapeuta, no hubiera visto cambios similares. Simplemente, volvía a maravillarse por el poder de la determinación, por lo que somos capaces de hacer cuando hay un motivo poderoso. Volvía a maravillarse, también, por la capacidad transformadora del amor.
  • Su amigo, de nuevo, celebraba la vida con alegría. ¡Volvía a ser él!
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