Ante la adversidad, me sugieren aceptación,
dar la bienvenida a las cosas tal como son.
¿Será una actitud inteligente? ¿O, tal vez, imprudente?
¿Tradición cristiana, filosofía zen o natural desdén?
Aceptación: ¿cómo no confundir con resignación?
¡Rebelión!, grita mi iracundo arrebato emocional.
¡Reflexión!, susurra mi sosegado pensamiento racional.
¿Cómo actuar con serenidad
cuando todo lo quiero cambiar?
¿Por qué he de renunciar?
¡Cuestión de prioridad!
¿Y sí empiezo por mí?
¿Y si cambio un no por sí?
¡Feliz semana!
www.vidaapasionante.com
¡vive, disfruta, comparte!