¿Por qué algunas personas eligen no vacunarse? -y 8 preguntas más sobre el coronavirus-

Después de varias entradas breves, vienen ahora un conjunto de ellas excepcionalmente largas, además, sin ningún sentido alegórico. Sobre un tema de rabiosa actualidad. Digamos, sobre el tema. Lo hago desde el respeto a cualquier posición que pueda tenerse acerca de él.  Aquí comienza la primera:

¿POR QUÉ ALGUNAS PERSONAS ELIGEN NO VACUNARSE CONTRA LA COVID-19?

De entre todos los relativos al coronavirus, el de la vacuna es, con diferencia, el aspecto que mayor confrontación provoca entre la ciudadanía. Sencillamente porque, aquí, no hay punto intermedio: o te vacunas, o no te vacunas. Entonces, el debate, más o menos razonado, más o menos acalorado, está servido. En parte, porque las informaciones que circulan sobre las vacunas -sus bondades, sus efectos adversos, etc.- son de variada índole, aunque no siempre representativas de las dos posiciones posibles: pro y anti.  En adelante, nos referiremos a esta segunda opción, menos favorecida desde el punto de vista de información disponible, y, minoritariamente elegida por la población en general. 

Comencemos por presentar algunas de las últimas publicaciones de un conjunto de médicos pertenecientes a la asociación internacional, sin ánimo de lucro, World Doctors Alliance:

Volviendo en el tiempo al mes de enero de 2021, refiero aquí lo publicado por la prestigiosa revista LANCET, en su primer estudio sobre las vacunas, en el momento en el que comenzaron a administrarse:

  1. No había disponibles publicaciones revisadas por pares (otros científicos) sobre la eficacia de ninguna vacuna en desarrollo contra el coronavirus (SARS-CoV-2).
  2. No había vacunas autorizadas contra el SARS-CoV-2. 
  3. Las vacunas de los fabricantes Pfizer/BioNTech, Moderna y el Centro Nacional de Investigación de Gamaleya se encontraban -y todavía hoy- en la fase 3 de los  ensayos. 

Continúa LANCET en el mismo informe, refiriéndose ya sólo a la vacuna de AstraZeneca, de acuerdo a los primeros resultados sobre eficacia en ensayos clínicos en las fases de desarrollo 2 y 3 (enero de 2021):

  1. La vacuna AstraZeneca es aceptablemente segura y es eficaz contra el COVID-19 sintomático. 
  2. (Ello) sin que se hayan registrado ingresos hospitalarios ni casos graves en el ensayo (agrego yo: en enero de 2021, cosa distinta ha sido al comenzarse su administración, como ha quedado de manifiesto). 
  3. Los resultados positivos presentados en el estudio apoyan la solicitud de uso condicional o de emergencia de la vacuna AstraZeneca (que es lo que se ha autorizado en todos los países).

En resumen: la información sobre la eficacia de las vacunas es la aportada por los propios fabricantes, según los primeros ensayos en las fases experimentales 2 y 3, dice ser eficaz contra el covid sintomático y, a fecha de hoy, no se ha autorizado el uso de la vacuna en ningún país, solamente su uso de emergencia. 

Desde este primer estudio de LANCET, en enero de 2021, han pasado ya cuatro meses y el esperpento de la administración de las vacunas y su gestión ha sido tal, que muchos califican de circovid el ambiente creado.  Como muestra: la controversia sobre la administración de la segunda dosis, de Pfizer, en España, a personas menores de 60 años que recibieron la primera de AstraZeneca: ante la negativa de muchas de estas personas a seguir la recomendación del Ministerio de Sanidad de España -primera de AstraZeneca y segunda de Pfizer-, las propias autoridades sanitarias han solicitado a quienes exijan la segunda dosis de AstraZeneca, que firmen una declaración de rechazo de la segunda dosis de Pfizer. Todo esto, después de consultar con el Comité de Bioética de España, cuyo presidente, el Sr. Federico de Montalvo, en declaraciones a la emisora española COPE el pasado 20 de mayo de 2021, justificó así su recomendación no vinculante, que coincide con el criterio del Ministerio de Sanidad:

“(…) Negamos que haya un derecho a elegir, (…)  Lo que pasa es que se nos plantea el siguiente dilema: (…) si una persona rechaza vacunarse porque no quiere una pauta heteróloga (es decir, primera y segunda pautas con vacunas de distintos fabricantes) (…) esa persona quedaría sin vacunar, no porque sea una persona, vamos a decirlo metafóricamente, antivacunas, (…) y eso supondría una situación de riesgo para la colectividad y una situación de riesgo para la seguridad de la persona (…) Por tanto, como solución extrema (…) Aquí no es Pfizer o Astra. Aquí es quedarse sin vacunar o Astra. (…) No hay un derecho a la elección (…) Por eso el documento que firmaría no es un documento de consentimiento informado, que no se ha propuesto, sino sería un documento de rechazo para que, como dice la ley, cuando rechazamos un tratamiento debe constar por escrito, y obviamente no la vamos a incluir en el registro de rechazo a la vacuna porque esa persona no está rechazando vacunarse, está rechazando vacunarse con una vacuna (…) hay que entender que, en este contexto de incertidumbre, la gente no es que rechace caprichosamente, sino que rechaza porque hay una gran incertidumbre que genera inquietud. «

Es decir, digo yo, en este caso, la persona no puede elegir, a ella se le exige un documento de rechazo. Sin embargo, en contra de la ley del paciente en España, no se están proporcionando documentos de consentimiento informado para el resto de vacunas administradas. Por suerte, no se incluirá a la persona en el registro de rechazo de vacunas -o sea, existe tal registro-, porque no es que la rechace caprichosamente.

¡Vaya tela! ¿Dónde están, distinguidos integrantes del Comité de Bioética de España, las circunstancias de urgencia y la necesidad de aplicar una solución extrema? ¿Qué evidencias tenemos, hoy en día, de dicha urgencia o emergencia?

Personalmente, no conozco a nadie que rechace caprichosamente las vacunas. Quienes las rechazan, lo hacen por razones que caen dentro de las siguientes categorías:

I) Consideran innecesaria la vacunación universal para todas las edades, sin importar las circunstancias de cada persona: sus patologías, su historial clínico, sus riesgos, su casi nula tasa de contagio. Ese es el caso de los niños y adolescentes. Además, para la inmunidad, consideran otras alternativas. Por ejemplo, haber pasado la enfermedad, o enfrentarse a ella con un sistema inmunitario reforzado. Esta opinión es respaldada, por ejemplo, por el doctor Luis Miguel Benito de Benito

Como alternativa, en caso de coger la enfermedad, defienden que se apliquen los tratamientos farmacológicos que se han demostrado eficaces, económicos y disponibles para todo el mundo. Por ejemplo, la hidroxicloroquina. También los alternativos, prohibidos por las autoridades sanitarias de algunos países. Por ejemplo, el dióxido de cloro, torticeramente calificado como lejía que, sin embargo, ha demostrado su eficacia, y sin efectos adversos. Lo ha documentado, a través de ensayos clínicos, por ejemplo, el doctor Manuel Aparicio Alonso. También, el máximo valedor del dióxido de cloro, el químico Andreas Kalcker

II) Quieren evitar los posibles efectos secundarios de las vacunas, a corto, medio y largo plazo, frente a las consecuencias de contraer la enfermedad. En base a las evidencias ya habidas con esta vacuna -y con las tradicionales-. Ello, a pesar del caos por la presunta falta de voluntad de las distintas autoridades por registrar los efectos secundarios reportados, si no la voluntad de ocultarlos, al igual que hacen muchos medios de comunicación. 

III) Rechazan la administración de vacunas en fase 4 de experimentación, que no han finalizado los ensayos clínicos y que tantos efectos adversos han mostrado ya, que han puesto de manifiesto la diferencia de criterios en cuanto a su administración en los distintos países.  

IV) Exigen que se cumpla la legislación vigente: Ley 41/2002, básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica. Entonces, antes de vacunarse, solicitan el documento de Consentimiento informado, que incluya:

Nombre completo y número de colegiado del facultativo que la prescribe, junto con su firma. 
Justificación médica de la idoneidad del tratamiento para la salud de una persona sana, que confirme que es una terapia idónea para evitar el mal que se pretende.
Relación de los supuestos beneficios y los posibles riesgos a corto, medio y largo plazos.
Descripción del producto, con la enumeración de cada uno de sus ingredientes, incluidos sus excipientes.
Información sobre tratamientos alternativos y sus características.
Aclaración de si el tratamiento es monodosis o multidosis y cuántas veces será necesario repetirlo, y si será anual, o de por vida.
En caso de que el tratamiento resulte en alteraciones de la salud, información sobre qué institución u organismo del Estado, empresa farmacéutica, compañía aseguradora u otra organización se hará cargo de los daños o perjuicios que pudiera provocar el tratamiento.

V) Sostienen que la conveniencia de la vacunación se basa en argumentaciones espurias y que esconde propósitos alineados con el transhumanismo, el control de los individuos, cuando no con la reducción de la población, como apuntan los que sostienen la hipótesis de la falsa pandemia, es decir, la plandemia

 El polifacético César Vidal informa sobre la decisión, perfectamente argumentada, del rabino Hanania Weissman, de Isarel, mediante 31 razones para el rechazo de la vacuna Pfizer, el pasado 24 de marzo de 2021. Entre otras: 

  1. No es una vacuna, porque no proporciona inmunidad. Es un tratamiento médico, y las autoridades -el establishment- engañan a la población con sus argumentos, refiriéndose al tratamiento como una vacuna, sin serlo. 
  2. Los beneficios de este tratamiento son mínimos y poco duraderos (lo que obliga a inoculaciones permanentes). 
  3. No se puede afirmar que sean tratamientos seguros porque no se conocen sus efectos a largo plazo. 
  4. Las compañías farmacéuticas no aceptan responsabilidad alguna por los efectos adversos. 
  5. Bill Gates -uno de los máximos promotores de la vacunación universal- está calificando las vacunas como esenciales para la supervivencia de la raza humana y, a la vez, piensa que el mundo tiene demasiada gente y debe ser despoblado. 
  6. Los beneficios de estos tratamientos están siendo exagerados, los riesgos están siendo ignorados, y lo desconocido está siendo apartado. 
  7. Quienes manifiestan su preocupación por estos tratamientos médicos están siendo acosados, calumniados, objeto de burla, amenzados, condenados al ostracismo… Siempre confiaré -ha dicho el rabino Weissman- en estos valientes, que luchan contra el establishment.
  8. Se trata del mayor experimento médico de la raza humana. Esto viola la ética médica. 
  9. Aunque muchas personas han muerto poco después de ser inyectadas, no se nos permite deducir que la inyección tenga nada que ver. Esto es anticiencia y,
  10. Todo esto apesta -concluye Weissman-.

A lo anterior, se unen las exigencias del Código de Nuremberg, entre otras, el consentimiento previo de la persona para que se le administre un medicamento o se le realice una prueba médica. En Israel, el bufete de abogados Suchowolski & Co ha presentado una demanda ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya por crímenes contra la Humanidad y, en concreto, por violación del Código de Nuremberg, perpetrado presuntamente por el Gobierno y otras autoridades de Israel. 

Como colofón a tanto despropósito, una última pregunta: ¿cómo algo tan supuestamente bueno, necesita de campañas publicitarias tan burdas como las desplegadas por el Gobierno de España o la Comunidad de Madrid, con mensajes de este tipo?

Vacunarse es seguro y es imprescindible. ¡Todo el mundo a vacunarse!
La vacuna es la solución. ¡Hay que vacunarse!
No hay que tener miedo a la vacuna. ¡Hay que vacunarse!

En realidad, este tratamiento al que se ha llamado vacuna, como cualquier otro, es voluntario, y su administración, tu propia decisión. 

En breve, en este mismo blog: 8 preguntas más que muchos nos hacemos sobre el coronavirus

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Por el mismo autor: www.15habitos.com