Tuve que renunciar

  • Lo reconozco. Yo también. Durante mucho tiempo viví con esa ¿enfermedad? Digamos, mejor, con esa mala costumbre: durante demasiado tiempo viví queriendo cambiar todo a mi alrededor.
  • Tuve que renunciar. Renuncié a cambiar las circunstancias. Lo aprendí con facilidad porque es testaruda la realidad. Solo queda observar, aceptar y adaptar la reacción. Así, las circunstancias puedo sobrellevar.
  • Tuve que renunciar. Renuncié a revelarme contra los hechos adversos. Con mayor dificultad porque buscaba quién tenía responsabilidad; alguien a quien culpar y, así, a mí mismo indemne dejar. Mas, los hechos adversos vienen y van, sin discriminar en dónde recalar.
  • Tuve que renunciar y aprender, aun contra mi voluntad, que no todo lo puedo controlar. O, más bien, que es poco lo que puedo controlar.
  • Y, ¡ay! Tuve que renunciar. Renuncié a querer cambiar a las personas. A mis compañeros, a mis hijos, a mis padres, a mi cónyuge, … ¿Por qué cuesta tanto esta renuncia? ¿Por qué insistir con las personas? ¿Por qué querer cambiarlas? ¿O será solo querer controlarlas?
  • Han sido años y años con esta costumbre. Tantos que produce arraigo.  Y errores de percepción: de tanto practicarlo, llegas a pensar que, a veces, hasta tienes éxito. ¡Espejismos! Visiones del ego superlativo.
  • Todavía hoy tengo arrebatos, algún que otro conato; muestras de esa mala costumbre. ¡Vigilante tengo que estar para recordar que solo yo puedo cambiar! ¿Seguro? No, ni siquiera yo puedo cambiar. Solo mi forma de actuar y de pensar. Y, con ellas, la forma de relacionarme con los demás.
  • Entonces, quizás te preguntarás: ¿qué hacer si las personas me importan? … ¿Seguro? ¿Seguro que no es tu afán de dominar?
  • Si, de verdad te importan, ¿qué hacer en lugar de quererlas cambiar? Tal vez, frases como estas quieras prounciar:
  • – Me importas.
  • – Te quiero
  • – Te respeto
  • – Tienes derecho a ser tú
  • – A decidir tú
  • – A acertar tú
  • – A rectificar tú
  • – Te aprecio
  • – Tienes tus razones
  • – Renuncio a criticar
  • – Renuncio a juzgar
  • – Yo no te puedo cambiar
  • – Yo no te quiero cambiar
  • – Porque el fin no justifica los medios, elijo amar. Y solo escuchar.
  • ¡Por una vida apasionante! 
    vive, disfruta, comparte
  • Fotografía por gentileza de Taivas Bulud

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