Define la Real Academia como inocentes a las personas libres de culpa. También a las cándidas, sin malicia, fáciles de engañar. O sea, a casi todos nosotros o a muy pocos, según se mire.
En Navidad el término Inocente nos lleva de inmediato a la matanza de los Santos Inocentes que describe el Evangelio (Mateo 2, 13-18). Críos asesinados por orden del rey Herodes. Por el mero hecho de vivir en un lugar determinado, en un momento concreto, por debajo de aproximadamente dos años de edad. Libres de culpa. Inocentes del todo.
Aquellos fueron los inocentes de entonces, a los que se unen en nuestros días los nuevos inocentes. Niños también, aunque casi todos de mayor edad. Libres de toda culpa propia. ¿Qué despiadado rey lo ordena ahora?
Niños cuya muerte se atribuye a diversas razones, raramente designando la causa orígen. Víctimas del miedo, de la desinformación, de la manipulación, y de la confianza excesiva y, a veces, irresponsable. Porque alguien no empleó tiempo, no digo ya en investigar ni en indagar. Simplemente, por no emplear 90 minutos de su tiempo, o menos, en escuchar. ¿Acaso no lo merecen quienes más quieren en este mundo? Sí, me refiero a sus hijos, expuestos a los riesgos de las para ellos innecesarias, ineficaces e inseguras vacunas covid. Porque sí, ya se empieza a escuchar, ya comienzan a reconocer, aunque todavía no se dice achacable a qué, el exceso de mortalidad.
Por los nuevos inocentes: ¡Basta ya! Basta escuchar:
Un repaso al fin de año, por el doctor Luis Miguel Benito de Benito
FELIZ 2023
¡Por una vida apasionante!
vive, disfruta, comparte
Por el mismo autor: www.15habitos.com