¡No es lo que parece!

  • – ¡Glub!
  • Es el primer mensaje de la mañana:
    Una foto de Ávila nevada. ¡Qué chulada!
    Arriba, un cielo azul, absolutamente despejado.
  • Bien entrada la mañana, correspondo yo, ¡emocionado! 
    Una extensión mayor, nieve más densa, más compacta, más brillante.
    ¡Nieve virgen!
    Un cielo azul, resplandeciente.
  • Es el reflejo de un estilo de vida…
    Superación, competencia, picardía.
  • También, capacidad de observación:
    – ¿Las puntas de los esquíes? ¿O qué son?
    ¿Te has fijado tú, querido lector?
    – ¡Es el ala de un avión!
  • A veces, las cosas no parecen lo que son.
  • – Entonces, ¿la nieve? 
  • ¿La nieve?… ¡No es lo que parece!
  • ¡Por una vida apasionante! 
    vive, disfruta, comparte

A mi ángel custodio

  • Mi querido ángel custodio:
  • Hoy, después de tantos años viviendo como si no existieras, me dirijo a ti por primera vez, con la confianza de que me escuchas con atención. Y con sensata obediencia.
  • Ahora sé todo lo que has hecho y seguirás haciendo por mí, desde siempre, ante mi absoluta inconsciencia. Tú, día tras día, estás ahí, sin reservas, con total atención, con incondicional amor.
  • Por todo ello, quiero darte las gracias. Por tu dedicación, por tu constancia; por todos tus cuidados. Por procurarme la protección necesaria en cualquier circunstancia, en cualquier situación, en todos los lugares. Gracias, mi querido ángel custodio.
  • Muchas gracias por querer siempre lo mejor para mí, por estar siempre vigilante, a pesar de mis, muchas veces, rebeldía, dejadez, abandono y hasta negligencia. Gracias por tratarme bien siempre… Incluso cuando me resisto, cuando me niego a seguir tus recomendaciones a la primera.
  • Necesito y quiero que sigas ocupándote de todo eso y que sigas haciéndolo, como siempre, con tu mejor intención. Contigo estoy protegido porque tú sabes lo que me conviene, lo que debo elegir, por dónde he de discurrir. Confío en ti porque atesoras la experiencia de los años y de la observación permanente. Protégeme de los sobresaltos, de los excesos, de los arrebatos resultado de mis conductas.
  • Ahora que sé de tu existencia y de tu cercanía, quiero comunicarme contigo, escucharte y seguir tus indicaciones. Házmelas saber con sutileza, a tu manera, siempre con benevolencia. Te pido que insistas si mis oídos se cierran, si mis ojos miran a otra parte, si mi razón se ofusca o mi sentir se endurece. Quiero que sepas que valoro tu insistencia y tu buen hacer.
  • Lo sé, tú tienes múltiples recursos; sabrás usarlos, según cada ocasión, con precisión. Hazme llegar tus indicaciones con suavidad, con delicadeza y con suficiente antelación. ¡Tienes opciones, un montón!
  • Animado por esta confianza, me comprometo a agudizar mis sentidos, a estar atento y a desplegar mi intuición. Para así, yo también cuidar de mi integridad más conscientemente y contar siempre con tu protección. Siempre con tu mejor intención.
  • Y a responder para que, ante la repetición, nuestro entendimiento vaya en aumento.
  • ¡Por una vida apasionante! 
    vive, disfruta, comparte

 

 

¿Un regalo mejor?

Habían quedado para ir juntos a patinar esa mañana, víspera de la fiesta de los Reyes Magos. Casi no le dio tiempo a saludarlo, cuando Jorge le dijo a su amigo Manuel:

  • – Sabes, ¡he soñado con los Reyes Magos!
  • – Será porque no les has escrito la carta -respondió bromista Manuel.
  • – No, no es por eso. Justamente, Baltasar tenía mi carta en la mano. Y, ¿sabes?, me preguntó: ¿seguro que no quieres pedir un regalo mejor?
  • – ¡Toma ya! Pues, ¿qué les has pedido?
  • – Lo típico: los últimos videojuegos, unas deportivas de marca y la nueva…
  • – ¡Pues no está nada mal! -replicó Manuel pensando en lo que había pedido él.
  • – Eso mismo pienso yo; me quedé atónito y les pregunté: algo mejor, ¿cómo qué?
  • – Algo que te dure para siempre, algo que puedas usar este año y todos los años de tu vida,-fue la respuesta que tuvo de otro de los Reyes.
  • – ¡Eso sería guay! -dijo emocionado Manuel.
  • – Ya, pero cuando pensaba que iba a seguir, ¡pum!, me desperté.
  • – ¡Vaya hombre! Pues tranquilo, que los sueños, sueños son.
  • – Ya, ya, pero, ¿y si Baltasar tuviera razón?, ¿cuál sería un regalo mejor?
  • ¡Por una vida apasionante!
     vive, disfruta, comparte