La vida les ha sido bruscamente arrebatada en Barcelona cuando menos lo esperaban. Como a otras muchas personas en otras partes del mundo.
Para los familiares de los asesinados y para las personas heridas y sus familias, la vida ya nunca será igual. Por ello, es para mí una obligación moral y un acto de compasión estar siempre con ellos, arroparlos en su sufrimiento, acompañarlos en estos difíciles momentos, y siempre.
Y en adelante, en su honor, en honor de las víctimas del terrorismo, mantener mi compromiso de hacer mi trabajo lo mejor posible, no importa cuál sea, y contribuir a hacer la vida a mi alrededor un poco mejor, con la confianza de que todos, todos, podemos hacer algo más; algo bello por los demás.
Gracias a los que en su trabajo diario velan por nuestra seguridad y se esfuerzan por hacerlo cada día mejor.
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