Con frecuencia, al aproximarse las vacaciones, o nada más comenzarlas, solemos hacer propósitos acerca de cómo lograr que sean especiales. Sí, queremos que las vacaciones sean especiales. En primer lugar para disfrutarlas plenamente y, en segundo lugar, para recordarlas con alegría y cariño en días, meses y años sucesivos. Porque cada vez que las recordamos es como vivirlas de nuevo; traer las mejores emociones, las mejores sensaciones al presente.
¿Cómo hacer que las vacaciones resulten especiales? ¡Todo un desafío! ¿No te parece?
¿Qué tal probar a actuar como si fuéramos las personas más felices del planeta? ¿Qué tal fingir que todo es perfecto? Cualquier situación, cualquier circunstancia, cualquier evento.
¿Lo has probado alguna vez? Yo sí…, hasta la tercera vez que fallé en el intento de considerar todo perfecto. ¡Me puede la inercia, la cultura o, simplemente, la realidad tozuda!
¡Habrá que buscar alternativas! Reflexionando un pelín más, me surgieron nuevas preguntas: ¿qué cosas hacen especiales unas vacaciones?, ¿qué necesito yo para que cualquier momento sea especial para mí?
Probablemente cada uno tengamos una respuesta. Yo me quedo con la de San Pablo. Sí, la respuesta del Apóstol de Cristo: el amor.
Cualquier situación se convierte en especial con la presencia del amor. Ahora sí, el desafío está a mi alcance porque el amor no pasa nunca -1 Corintios 13, 1-13. Siempre queda el amor.
¡Por una vida apasionante!
vive, disfruta, comparte
Por el mismo autor: www.15habitos.com