Sobre el sentido de la vida

Algunas personas dicen, seguro que de manera acertada, que si no tienes nada interesante que decir, mejor es permanecer en silencio. Es improbable que, sobre el sentido de la vida,  tenga yo algo más interesante que decir que Viktor Frankl, en su obra El hombre en busca de sentido. Por ello, más que callar, lo repito aquí:

“Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y, después, enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros. Tenemos que dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la vida y, en vez de ello, pensar en nosotros como en seres a quienes la vida les inquiriera continua e incesantemente. Nuestra contestación tiene que estar hecha no de palabras ni tampoco de meditación, sino de una conducta y una actuación rectas. En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo.”

El hombre en busca de sentido. Editorial Herder. Décima edición –página 78–. Del texto titulado: La pregunta por el sentido de la vida

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De la noche al día

Piensas que se prolongará indefinidamente. Sientes rabia, impotencia, pena, indignación. Porque has invertido mucho. Te preguntas qué has podido hacer mal…

Casi con desesperación, queriendo encontrar consuelo, o la explicación que te indulte de la falta que no sabes si has cometido, te adentras en los vericuetos de la psique y su desarrollo. ¿Qué causas responden de semejantes conductas? Buscas asesoramiento profesional…

Por un tiempo ves que la situación empeora. De repente, un buen día de Dios, todo cambia como la noche al día: lo que antes era “espera, espera”; “ahora, ahora”; o “sí, enseguida, enseguida”. Y nada … Se transforma en una acción casi iniciada antes de su respuesta escueta: “sí, claro”; “voy”; “ahora mismo”…

Con sorpresa compruebas que semejante acción se extiende a otros ámbitos: el orden, la escucha, las tareas domésticas compartidas, … Entonces, ahora sí, sabes que se prolongará indefinidamente. Para tu tranquilidad. Ya no es latente, sino manifiestamente real. Por su responsabilidad. 

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