Hay momentos en la vida en los que las circunstancias nos ponen a prueba. En ocasiones, simultáneamente a toda la población. Y, con ello, a todo nuestro entorno, a todas las personas con las que nos relacionamos. Ponen a prueba nuestros valores, nuestro carácter, nuestras cualidades humanas.
El momento actual es uno de ellos: exceso de información, incertidumbre, teorías de un tipo y del contrario, opiniones encontradas, argumentos opuestos, órdenes y contraórdenes, imposiciones legislativas, …
Se pone a prueba nuestra paciencia, la capacidad de escucha, los niveles de tolerancia, la capacidad de aguante. En definitiva, nuestras capacidades para seguir relacionándonos con los demás con absoluta naturalidad, con cordialidad, a pesar de las diferencias. También con los más cercanos: familiares, amigos, compañeros de trabajo.
Es tiempo de apelar a los valores que facilitan la convivencia, cada uno con sus diferencias. Apelar al respeto, a la libertad de pensamiento y de expresión, a la libertad de actuación. Y, cómo no, a la aceptación. Aceptar que hay distintas opiniones, distintas perspectivas, distintas propuestas de afrontar un mismo desafío; múltiples intereses. Aceptar que no todo puede ser como a nosotros nos gustaría. Que los demás pueden estar en desacuerdo con nosotros, sea por lo que sea.
Se pone también a prueba nuestra inteligencia, la capacidad crítica, la capacidad analítica, nuestra hambre de verdad; la defensa de la libertad.
Es tiempo de reflexionar. Ante tanta incertidumbre, ante tantas verdades a medias. Ante muchas mentiras; ¿manipulación? Momento de rescatar nuestros talentos: de cuestionarnos los planteamientos que se dan por sentados. De acudir a otras fuentes, de investigar, de contrastar, de pedir aclaraciones. Tiempo de buscar la verdad.
¡Por una vida apasionante!
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Por el mismo autor: www.15habitos.com