La ganancia secundaria

  • Se marchó preguntándose qué sería aquello de la ganancia secundaria que Estefanía acababa de contarle. ¿Y si tuviera razón? Le costaba trabajo creerlo, por mucho que, supuestamente, aquello tuviera una base empírica. ¿Cómo es posible ganar algo en semejante situación? Nada más plantearse la pregunta, le había venido, de inmediato, lo mucho que ya había perdido.
  • Había oído hablar de los obstáculos al cambio. Eso nadie lo discutía. Tampoco él, claro. Pero, de existir, la ganancia secundaría sería, más bien, una saboteadora del cambio: una conspiración para perpetuar el estado presente. Aun tratándose de una situación de evidente sufrimiento. A juicio de Estefanía, aparentemente, desfavorable, nada más. ¡Hábrase visto más grande frivolidad!
  • ¿Qué podría ganar alguien que sufre permanentes jaquecas? ¿Qué, quien sufre depresión? ¿Qué, a quien le ha tocado en suerte un jefe inaguantable? ¿Qué gana la persona que vive con desorden a su alrededor? ¿Qué, quien aguanta una vejación? ¿Qué ganancia?
  • Sumido en cierta desesperación, él solo acertaba a encontrar las causas que le mantenían en aquella situación y que, por cierto, duraba ya demasiado tiempo. Algunas, pensaba, eran causas raíces. Desde luego, de ninguna manera, se sentía ganador. Sufridor y perdedor, sí. También víctima. ¡Sentía rabia de que alguien pudiera negar lo evidente!
  • ¡Frívola Estefanía! Siempre había sido una simple burguesa acomodada; ¡una afortunada! ¡Qué falta de empatía! ¡Desagradecida! ¿Se atrevía, acaso, a insinuar que, a su edad, jugaba un juego de niños?
  • Lo había decidido: la próxima vez que se encontrara con ella, se lo diría. Eso, que se prepare para el debate. ¿O sería combate? ¡Ganancia secundaria frente a causa raíz! Las dos en la misma balanza. ¿Quién podría ganar? 
  • ¡Por una vida apasionante! 
    vive, disfruta, comparte
  • Por el mismo autor: www.15habitos.com
     

SETEAR

  • No, no falta la “S”, porque no es sestear, no. Que todavía estamos en primavera y no aprieta tanto el calor.
  • Tampoco es sesear, ni cecear. No hay error tipógrafico. Ni se trata de un problema lingüístico, ni procede de ninguna traba lingual, porque, al fin y al cabo, estoy escribiendo, que no hablando.
  • Para mis colegas del Piquer, SETEAR no es hacer el seta, aunque alguien nos lo sugiriera. ¿De qué se trata, entonces?
  • SETEAR es parte de un proceso mental, y, por tanto, real, mediante el cual muchas personas sustituyen, en su cerebro, la “S” por la “T”, y al revés, según en qué palabras. Y alguna vocal, si hace falta.
  • Ocurre más entre personas que hayan padecido alguna adicción, aunque tampoco es raro que les pase a otras que no las hayan sufrido.
  • Voy a poner un ejemplo: el de los fumadores. Bueno, el de los exfumadores novatos, esos que lo acaban de dejar.
  • Resulta, que según lo dejan, dicen sentir ANSIEDAD. Y se desesperan hasta que su cerebro pone en marcha el mecanismo del SETEO, es decir, empieza a SETEAR. Entonces, su cerebro, en lugar de ansiedad, interpreta y ejecuta el proceso ANTI-EDAD. Así, en español, puede resultar chocante, pero, dicho en el idioma de Shakespeare, es otra cosa: ANTI-AGING, ¿verdad que sí?
  • Pues bien, gracias al proceso ANTI-EDAD ocurren maravillas en su organismo:
  •   – Las células se desintoxican.
  •   – Los tejidos recuperan su flexibilidad y naturalidad.
  •   – Los órganos se vuelven, otra vez, plenamente funcionales.
  • En definitiva, todo el organismo, poco a poco, o más rápidamente, recupera su salud natural. Al contrario de lo que pueda parecer, es un proceso no exento de dificultades ni sufrimientos. Más que nada porque el exfumador novato, de vez en cuando, quiere pensar en el TABACO y, de repente, su mente le trae el SOBACO. ¡Otra vez con el SETEO a cuestas!
  • ¿Y qué sobaco crees que le trae? No, no… no es un sobaco ASEADO, no. Es un sobaco ATEADO. ¡¿?! Sí, un sobaco que, huyendo del ASEO, se ha vuelto ATEO. Vamos, que no cree en la purificación del agua y, en consecuencia, ni la prueba. Ante todo, coherencia, aunque sea, cerebral.
  • Vaya con el procesito. Al SETEAR, el tabaco se convierte en sobaco. ¡Y menudo sobaco! Nada más ni menos, que ateo, nada de aseo. ¡Horror! Sobre todo, porque, según han referido algunas de las personas en las que el proceso de SETEO está más desarrollado, llegan a percibir el olor, perdón, el hedor… Mejor no seguir por aquí.
  • ¡Menuda gracia! Tanta que, a veces, no los sobacos, ¡los exfumadores! necesitan visitar al PSICÓLOGO. Lo logran si no entra en marcha el SETEO. Porque si es que sí, terminan en el TOCÓLOGO.
  • Empiezo a notar que, para otras adicciones, el SETEAR funciona por igual: adiós a la ANSIEDAD, ¡viva la ANTI-EDAD!
  • ¡Por una vida apasionante! 
    vive, disfruta, comparte.

A buen entendedor…

  • Sabio refranero…
  • ¿Y si no? Todavía resuena en mi memoria aquella frase que me dibuja en el rostro una sonrisa burlesca. Me vienen los recuerdos, las imágenes y las emociones del momento. Lo llaman ancla, o sinestesia, que no anestesia. Sutil distinción.
  • He venido por un mes; a descansar, a practicar yoga… Bueno, tú ya me entiendes.
  • ¿Y si no? Lo llaman lectura mental; te puede meter en un lío monumental.
  • Pocas palabras bastan…
    … ¿para expresar amor?
    … ¿para pedir perdón?
    … ¿para compartir una ilusión?
    … ¿para festejar con ardor?
  • ¿Juegos de palabras? Pueden ser trabalenguas mañana. Más distinciones…¿O son extinciones?
  • Si distingo, sobrevivo. Entonces, no me extingo.
    ¿Aprecias la sutil diferencia? ¿O es, acaso, burda intrascendencia?
    Si no las distingues, las conductas se extinguen.
    Sin distinción, no hay aprecio, surge el desprecio. Y la extinción. Se apaga cualquier ignición.
  • Ignición o extinción: ¿con qué quieres vivir?
  • ¿Vivir o sobrevivir? Si vivo, camino. Me encamino.
    ¿Me permites darte impulso? ¡Estoy harto de pulsos!
    Y de tanto precio… lo que importa es el aprecio.
    Sentir y, si no, disentir.
  • A buen entendedor…
  • ¡Por una vida apasionante! 
    vive, disfruta, comparte.

El corte de pelo

  • Era día de trabajo, aquel miércoles en el que fue a la peluquería. Le cortaron poco, para lo que acostumbraba. Por eso de ir arreglado a la ceremonia del domingo.
  • Volvió a casa, a la hora de casi siempre, más bien tarde, cual niño con zapatos nuevos. Después de los saludos habituales, un ¿qué tal chicos?, también dirigido a su mujer, con una cara forzadamente sonriente, pero natural.
  • Sonrisas como respuesta, naturales también, y varios comentarios: ¡excelente!, ¡fantástico!, y tú, ¿qué tal tu día?
  • Nada más.
  • ¡Día interesante!, responde él, manteniendo la sonrisa, mientras pasa su mano derecha desde la frente hacia la nuca, acariciando algo menos de pelo que por la mañana.  Más sonrisas, junto con el comentario: ¡qué bueno, lo has pasado bien!
  • Nada más. 
  • Entonces, piensa, benevolamente: Claro, me han cortado poco. ¡Eso es! Además, es día de trabajo… ¿quién lo esperaría?
  • Finalmente, escucha: ¡Oooooh, papá!, ¡te has cortado el pelo! 
  • Después, su mujer: ¡es verdad!, ¡qué guapo estás!
  • ¡Por una vida apasionante! 
    vive, disfruta, comparte

¿Ralentizar? Hoy, no; gracias.

  • Slow down, take it easy, relax…
    También en español: ¡Ralentiza! 
  • No digo que no, pero a veces sí. Porque hay ocasiones en las que ni quiero tomármelo con calma, ni relajarme, ni ralentizar… al menos, no más de lo necesario para tener mi mente despejada, para planificar, para tomar un respiro, ¡y continuar!
  • Puedo tomármelo con calma, relajarme, tomar perspectiva y más, si todo me sirve para lograr más rápido lo que quiero, lo que necesito cambiar, lo que se puede cambiar, ¡con inmediatez!
  • ¿Por qué retrasar lo que puedo hacer ya? ¿Por qué dilatar procesos que pueden ser breves? ¿Por qué postergar lo que puedo abordar ya? ¿Por qué alimentar no sé sabe qué miedo?
  • ¿Por qué elegir lo lento cuando puedo elegir lo rápido? ¿Eficacia? ¿Seguridad? ¿O costumbre? ¿En base a qué? ¿Según quién? ¿De acuerdo a qué criterio?
  • Siempre hay sugerencias bienintencionadas para elegir lo largo, lo lento, lo seguro, lo contrastado… En oposición a lo, supuestamente, menos probado, menos seguro, no garantizado… Pero, ¿y si busco evidencias en contra? ¿O a favor de lo contrario? Algo que valide lo aparentemente inválido?
  • A quien madruga, Dios le ayuda.
    No por mucho madrugar, amanece más temprano.
    A perro flaco, todo son pulgas.
    No hay mal que por bien no venga.
    Zamora no se ganó en una hora.
  • Cada refrán tiene su contra-refrán. ¿Entonces? Me entran dudas… falsacionismo de Karl Popper. ¿Vale o no vale la teoría? ¿Cuándo?
  • ¿Dudo entre elegir lo rápido (e inseguro) frente a lo lento (y seguro)? Tengo miedo. No quiero arriesgar con algo tan importante.  Normal, me juego mucho. ¡Estoy en la Champions!
  • ¿Y si encuentro una evidencia válida, segura, cierta, contrastada? ¿Y si sí?
  • ¡Por una vida apasionante! 
    vive, disfruta, comparte

Carta no entregada

  • Y así, rebuscando entre sus papeles, encontró aquella entrañable carta, nunca entregada. 
  • Querido papá, querida mamá:
  • Hoy, después de tantos años viviendo a mi aire, te escribo por primera vez, con la confianza de que entenderás mi desazón. Ahora que aprecio bien todo lo que has hecho y seguirás haciendo por mí, desde siempre, ante mi absoluta pasividad. Ahora, me dirijo a ti.
  • Tú, día tras día, estás ahí, sin reservas, con total atención, con incondicional amor. Por todo ello, quiero darte las gracias. Por tu dedicación, por tu constancia; por todos tus cuidados. Por procurarme la protección necesaria, por acudir en mi auxilio en cualquier circunstancia, en cualquier situación, en todos los lugares.
  • Gracias, mi querida mamá; gracias, mi querido papá.
  • Muchas gracias por querer siempre lo mejor para mí, por estar siempre vigilante, a pesar de mis, muchas veces, rebeldía, dejadez, abandono y hasta negligencia. Gracias por tratarme bien siempre… Incluso cuando me resisto, cuando te llevo la contraria.  
  • Confío en ti porque atesoras la experiencia de los años y de la observación continua. Ahora que soy consciente de tu insistencia y de tu cercanía, quiero escucharte y compartir contigo mis reflexiones. Quiero que sepas que valoro tu paciencia y tu buen hacer.
  • Animado por este asombro, me comprometo a agudizar mis sentidos, a estar atento y a desplegar mi intuición. Para así, yo también cuidarte a ti ahora, más conscientemente y procurarte siempre mi protección. Siempre, con mi mejor intención.
  • Por siempre te quiere, tu hijo.
  • Al volver la carta al cajón, descubrió que había más, para otros destinatarios, también sin entregar. 
  • ¡Por una vida apasionante! 
    vive, disfruta, comparte

¡No es lo que parece!

  • – ¡Glub!
  • Es el primer mensaje de la mañana:
    Una foto de Ávila nevada. ¡Qué chulada!
    Arriba, un cielo azul, absolutamente despejado.
  • Bien entrada la mañana, correspondo yo, ¡emocionado! 
    Una extensión mayor, nieve más densa, más compacta, más brillante.
    ¡Nieve virgen!
    Un cielo azul, resplandeciente.
  • Es el reflejo de un estilo de vida…
    Superación, competencia, picardía.
  • También, capacidad de observación:
    – ¿Las puntas de los esquíes? ¿O qué son?
    ¿Te has fijado tú, querido lector?
    – ¡Es el ala de un avión!
  • A veces, las cosas no parecen lo que son.
  • – Entonces, ¿la nieve? 
  • ¿La nieve?… ¡No es lo que parece!
  • ¡Por una vida apasionante! 
    vive, disfruta, comparte

¿Un regalo mejor?

Habían quedado para ir juntos a patinar esa mañana, víspera de la fiesta de los Reyes Magos. Casi no le dio tiempo a saludarlo, cuando Jorge le dijo a su amigo Manuel:

  • – Sabes, ¡he soñado con los Reyes Magos!
  • – Será porque no les has escrito la carta -respondió bromista Manuel.
  • – No, no es por eso. Justamente, Baltasar tenía mi carta en la mano. Y, ¿sabes?, me preguntó: ¿seguro que no quieres pedir un regalo mejor?
  • – ¡Toma ya! Pues, ¿qué les has pedido?
  • – Lo típico: los últimos videojuegos, unas deportivas de marca y la nueva…
  • – ¡Pues no está nada mal! -replicó Manuel pensando en lo que había pedido él.
  • – Eso mismo pienso yo; me quedé atónito y les pregunté: algo mejor, ¿cómo qué?
  • – Algo que te dure para siempre, algo que puedas usar este año y todos los años de tu vida,-fue la respuesta que tuvo de otro de los Reyes.
  • – ¡Eso sería guay! -dijo emocionado Manuel.
  • – Ya, pero cuando pensaba que iba a seguir, ¡pum!, me desperté.
  • – ¡Vaya hombre! Pues tranquilo, que los sueños, sueños son.
  • – Ya, ya, pero, ¿y si Baltasar tuviera razón?, ¿cuál sería un regalo mejor?
  • ¡Por una vida apasionante!
     vive, disfruta, comparte

¿A quién esperas tú?

  • Suena el despertador, quiere seguir en la cama un poco más…
    Por fin, se levanta con alegría;
    A Marta, sus clientes la esperan.
  • Siente miedo, todavía le causa ansiedad impartir charlas…
    Respira profundo y, con determinación, se pone frente al atril.
    A Esperanza, los alumnos la esperan.
  • Salió de clase antes de tiempo; se saltó la última…
    Corre, con emoción, calle arriba;
    A Jaime, su novia lo espera.
  • Está agotada, ha sido una jornada larga de trabajo…
    Quiere volver a casa cuanto antes, pero pasa por el polideportivo.
    A Mercedes, su hijo la espera.
  • Quiere acostarse, se cae de sueño…
    Termina la cena porque ella está al llegar.
    Eduardo, a su esposa espera.
  • Es domingo, quiere descansar, hacer nada…
    Se viste y conduce 50 km, ha quedado para comer.
    A Juan, su padre lo espera.
  • Un paso atrás, dos pasos adelante…
    Lucha, cada día con ilusión, quiere volver.
    A Carolina, que lo sepa, su familia entera,
    con los brazos abiertos, la espera.
  • ¡Te esperamos, Carolina!
  • ¿Y tú, amigo, amiga? ¿A quién esperas tú?
  • ¡Por una vida apasionante!
     vive, disfruta, comparte

¡Gracias a la vida!

Descansaba en un cómodo sillón. Una cálida luz tenue inundaba el relajante ambiente. Aquellas personas, aparentemente desconocidas, le preguntaban con interés sincero: 

  • – ¿Por qué caminar tan rápido?
    – ¿A cuento de qué, tanta prisa?
    – ¿Y esas reuniones tan cortas?
    – ¿Para qué apurar a la gente?
    – ¿Por qué tantas fechas límite?
    – ¿Cómo es que le hablas al teléfono?
    – ¿Por qué un no parar?
  • Él también notaba la diferencia, a mejor. Se había acostumbrado ya. Bromeó con serena naturalidad:
  • – No sé por qué; tal vez una sana obsesión arraigada en el inconsciente; algún trauma benigno sin resolver; una patología menor. Fui lento; me cundía poco; tardaba en arrancar y en reaccionar. No encuentro explicación. ¿Y si no soy yo? Digamos, ¡una conversión!
  • No es suficiente. Quieren saber. Interrogan más. Demandan razones convincentes que expliquen el antes y el después. 
  • – ¿Puro activismo infructuoso?
    – ¿No será ir como pollo sin cabeza?
    – ¿Importa más el cómo que el por qué?
  • Silencio en la agonizante noche. Todo se desvanece. Se hace la oscuridad en su mente y en sus ojos cerrados. 
  • Sus niveles de cortisol lo despiertan. Las endorfinas ya recorren su flujo sanguineo, fruto de tan agradable sueño.
  • Arriba, el blanco techo, vagamente iluminado por la luz indiscreta de la farola que traspasa los visillos. Pronto amanecerá. Se encamina a la ducha.
  • Se dispone a desayunar. Enciende la radio. Reconoce su voz; es Violeta Parra:
  • Gracias a la vida, que me ha dado tanto
  • me dio dos luceros, que cuando los abro
  • perfecto distingo, lo negro del blanco
  • y en alto cielo, su fondo estrellado
  • y en las multitudes, el hombre que yo amo.
  • Silencio. Se acabó la batería. Sigue tarareando la canción mientra busca el cargador. Lo conecta. Ahora es Ana Belén la que canta:
  • Solo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente.
  • Que la reseca muerte no me encuentre vacía y sola sin haber hecho lo suficiente.
  • Solo le pido a Dios que lo injusto no me sea indiferente.
  • Que el futuro no me sea indiferente.
  • De repente, recuerda con alegría, esperanzado, una fecha límite; su última llamada a la acción está a punto de vencer: viernes 20 de octubre. Sabe que habrá respuestas, que ya hay respuestas.
  • ♥ T. Bancaria IBAN: ES93 2085 9742 1603 3034 6260
  • ♥ Paypal:       20€     50€    100€          Otra cantidad

¡Por una vida apasionante!
 vive, disfruta, comparte

Fotografía por gentileza de Taivas Bulud