Hay días, o tal vez ratos, en los que todo lo ves torcido. Ayer pudo ser uno de esos para mí. No todo el día. El final, sí. Quizás fruto del cansancio o de un hartazgo injustificado… Por eso, necesito estar vigilante y tirar de paciencia… y de benevolencia… Por eso mismo, evito tomar decisiones al final del día… ni siquiera hacer evaluaciones…
¿Te pasa a ti también? Te fijas en lo que alguna persona te hace. Probablemente no difiera de lo que esa misma persona hace todos los días, pero, hoy… hoy te parece fatal.
Te fijas en lo que un compañero deja de hacer, lo que un miembro de tu familia deja de agradecer…En comparación con otros días, en comparación con tus expectativas, … en comparación con un estándar demasiado exigente.
Pero, ¿y yo? ¿Qué pasa conmigo? ¿Cómo es mi conducta?
¿Soy capaz acaso de distanciarme de mí mismo y, como un observador neutral, calificar, no digo ya juzgar, mi propia actuación? Y mi reacción.
¿Qué diría de mí un observador neutral? Puedo imaginarlo… y empiezo a sentir empatía… o rabia… Entonces, antes de comenzar con justificaciones, con matices diferenciales… elijo rápidamente cambiar mi enfoque.
¿Seré capaz de reconocer hoy conductas que me sorprendan de manera positiva? ¿Qué personas? ¿Algún acto? ¿Algún detalle? ¿Algo de mí?
¿Puedo encontrar algo que agradecer? ¿Algo por lo que maravillarme? ¿Algo bello, por minúsculo que sea? ¿Y tú? ¡Cuestión de enfoque!; algo vas a encontrar.
¡Por una vida apasionante! vive, disfruta, comparte