Descansaba en un cómodo sillón. Una cálida luz tenue inundaba el relajante ambiente. Aquellas personas, aparentemente desconocidas, le preguntaban con interés sincero:
- – ¿Por qué caminar tan rápido?
– ¿A cuento de qué, tanta prisa?
– ¿Y esas reuniones tan cortas?
– ¿Para qué apurar a la gente?
– ¿Por qué tantas fechas límite?
– ¿Cómo es que le hablas al teléfono?
– ¿Por qué un no parar? - Él también notaba la diferencia, a mejor. Se había acostumbrado ya. Bromeó con serena naturalidad:
- – No sé por qué; tal vez una sana obsesión arraigada en el inconsciente; algún trauma benigno sin resolver; una patología menor. Fui lento; me cundía poco; tardaba en arrancar y en reaccionar. No encuentro explicación. ¿Y si no soy yo? Digamos, ¡una conversión!
- No es suficiente. Quieren saber. Interrogan más. Demandan razones convincentes que expliquen el antes y el después.
- – ¿Puro activismo infructuoso?
– ¿No será ir como pollo sin cabeza?
– ¿Importa más el cómo que el por qué? - Silencio en la agonizante noche. Todo se desvanece. Se hace la oscuridad en su mente y en sus ojos cerrados.
- Sus niveles de cortisol lo despiertan. Las endorfinas ya recorren su flujo sanguineo, fruto de tan agradable sueño.
- Arriba, el blanco techo, vagamente iluminado por la luz indiscreta de la farola que traspasa los visillos. Pronto amanecerá. Se encamina a la ducha.
- Se dispone a desayunar. Enciende la radio. Reconoce su voz; es Violeta Parra:
- Gracias a la vida, que me ha dado tanto
- me dio dos luceros, que cuando los abro
- perfecto distingo, lo negro del blanco
- y en alto cielo, su fondo estrellado
- y en las multitudes, el hombre que yo amo.
- Silencio. Se acabó la batería. Sigue tarareando la canción mientra busca el cargador. Lo conecta. Ahora es Ana Belén la que canta:
- Solo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente.
- Que la reseca muerte no me encuentre vacía y sola sin haber hecho lo suficiente.
- Solo le pido a Dios que lo injusto no me sea indiferente.
- Que el futuro no me sea indiferente.
- De repente, recuerda con alegría, esperanzado, una fecha límite; su última llamada a la acción está a punto de vencer: viernes 20 de octubre. Sabe que habrá respuestas, que ya hay respuestas.
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¡Por una vida apasionante!
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Fotografía por gentileza de Taivas Bulud
Café o pincho. Fecha límite hoy.
Pd. Trasladarle a cualquier otro dia laborable