- – Juan, oye, que te he incluido en un grupo de difusión; recibirás uno o dos mensajes a la semana.
- – Vale, vale. Pero de Dios no, ¡eh! ¡No me hables de Jesucristo, por favor!
- …
- ¿Qué hacer, entonces, si en cada poro de mi piel siento que todo se lo debo a él?
- Solo puedo anunciarlo. Yo solo puedo alabarlo, seguirlo y, en mi pequeñez, imitarlo. Suceda lo que suceda, ¡darte gracias y adorarte, Cristo Jesús!
- ¡Por una vida apasionante!
vive, disfruta, comparte