¿Desde dónde sueles tú hablar?

¿Desde dónde te gusta hablar?
     Todos tenemos un lugar favorito desde donde hablar. Desde allí hablamos la mayoría de las veces. Es el lugar en el que solemos estar con más frecuencia, al que ya nos hemos acostumbrado.
      Por ejemplo, muchas personas hablan desde el atril, como sentando cátedra; otras muchas, desde el fondo de la clase, queriendo pasar desapercibidas; algunas, desde el suelo, como si pidieran disculpas o permiso para hacerlo.
      Normalmente no elegimos desde dónde hablar: lo hace nuestro estado de ánimo. O nuestro inconsciente de forma automática. Entonces, hablamos desde el rencor, desde el miedo, desde el resentimiento, desde la resignación, desde el pesimismo. O, por el contrario, desde la ilusión, la esperanza, la compasión, desde la confianza.
      Aunque nosotros no nos demos cuenta, sí percibe nuestro interlocutor desde dónde estamos hablando. A través del tono de la voz, del volumen, de los gestos, de la mirada. De nuestro lenguaje no verbal. También tú lo percibes, ¿verdad? ¿Cómo te afecta? ¿Te cambia, como a mí, el humor?    Puede ser a mejor o a peor… raro es permanecer indiferente, según desde dónde te hablen.
      El condicionamiento cultural y los mecanismos automáticos aprendidos tienen la primera palabra. Sin embargo, ¡puedes desafiarlos! Tú puedes, a conciencia, elegir desde dónde hablar en cada momento. Basta con proponértelo y practicarlo. Y hacer el propósito al iniciar la conversación.
      ¿Qué tal hablar desde el amor? En cualquier situación. En especial, en las situaciones críticas, en las más delicadas.
      Sí, hablar desde el amor. Y, también, contestar desde el amor.
      Desde el amor, todo puede cambiar.

¡Por una vida apasionante! 
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Por el mismo autor: www.15habitos.com