¿Te atreves a vivir una vida virtuosa?

¿Vivir una vida virtuosa? Sí, dejar que las virtudes guíen tus conductas. ¡Menudo desafío!
        No estamos tan acostumbrados. Quizá porque, paradójicamente, la palabra virtud se ha desvirtuado, o porque está en desuso intencionado. ¿A quién le interesan las virtudes? No digamos ya, vivir una vida guiada por ellas.
        No queremos ensalzar las virtudes porque ensalzarlas, llevarlas a nuestra vida diaria, nos cuesta, requiere un sacrificio, un esfuerzo que, a muchos, nos parece titánico. Y es que la virtud obliga, exige. Y, en su exigencia, nos hace renunciar a la satisfacción de deseo en el corto plazo.  
        Por el contrario, más a medio plazo, la virtud nos fortalece, nos reconforta, nos satisface por completo; nos produce plenitud. Cuando actuamos guiados por las virtudes, sabemos que avanzamos en la dirección correcta, que estamos guiados por un propósito, por EL PROPÓSITO. Hacemos lo que tiene que ser hecho, lo que es correcto, lo que está bien. Perseguimos la justicia, la de los hombres, y la de Dios. U otros nobles fines, todos loables.
        La virtud de obrar con rectitud es nuestro principal aliado en el camino hacia nuestros objetivos. El bastión en el que nos apoyamos para perseverar, lo que nos da fuerza para afrontar los obstáculos y superar las dificultades.
        No obstante, a menudo solemos renunciar a las virtudes y nos dejamos llevar por las emociones, por las apetencias del momento, por la satisfacción inmediata del deseo, la búsqueda del placer a toda costa, cuanto antes. Perseguimos todo lo que se nos presenta como la felicidad, que, sin embargo, no es sino un espejismo de la felicidad, que tarde o temprano se desvanecerá.
        ¿Te atreves a dejarte guiar por las virtudes? Quizá te preguntes por cuáles. ¿Las teologales, las cardinales, las morales? Todas ellas te valen. O, tal vez, baste con la virtud de actuar con rectitud.

¡Por una vida apasionante! 
vive, disfruta, comparte
Por el mismo autor: www.15habitos.com